Lo mejor de la costa tunecina
Desde las playas doradas de Susa y Hammamet hasta el pintoresco puerto pesquero de Monastir, esta región brinda un equilibrio perfecto entre relax y aventura. Repleta de antiguas medinas, fortalezas bien conservadas y con una cultura vibrante, que se manifiesta en mercados y festivales locales, la costa tunecina os sorprenderá. Aquí van nuestros lugares preferidos.
TÚNEZ


Hammamet
Situada a poco más de una hora en coche desde la Ciudad de Túnez, esta bonita ciudad costera se merece una visita de al menos un día. Nos alojamos en el Hotel Khella, que tras hacer un sencillo check-in, salimos a disfrutar de un espléndido día de noviembre. Lo mejor de Hammamet es bordear las enormes murallas que rodean la medina y continuar el paseo por el puerto, donde los habitantes pasan la tarde y disfrutan del atardecer. Cerca del casco histórico hay una zona de playa en la que apenas suele haber gente en esa época del año. La playa de Hammamet se extiende a lo largo de varios kilómetros y está llena de pequeños hoteles con acceso directo a la misma.
La verdad es que nos hubiera encantado alargar la estancia en esta ciudad, ya que solamente estuvimos una noche y nos parece mucho más agradable que Susa y Monastir. La medina es pequeña pero muy coqueta, y está repleta de galeras de arte, tiendas de suvenires decoradas con muy buen gusto y todas las casas están pintadas de azul y blanco. Nos gustó tanto que terminamos comprando una alfombra.


Hergla
Continuando hacia el sur del país, se encuentra Hergla, un pequeño pueblo al que no le encontramos ningún interés para visitar. Aunque habíamos leído en algún blog que es uno de los lugares para ver en la costa y conserva algunas casas blanquiazules del estilo de Sidi Bou Said, no nos pareció nada del otro mundo, ni que mereciera mucho la pena.
Lo que sí nos gustó es toda la línea de costa desde Hammamet hasta Hergla, formada por una playa interminable y bordeada por un bosque frondoso. Continuando más hacia el sur, pasando el pueblo de Hergla, vuelven a dominar el paisaje las extensas playas y lo salvaje. Es una zona muy poco frecuentadas por turistas; sin embargo, la oferta de alojamiento en es bastante amplia. No debemos olvidar que pese a que Túnez no esté pasando por su mejor momento, la infraestructura turística está muy desarrollada.
Monastir
Esta es una ciudad bastante más pequeña y mucho menos turística que Susa o Hammamet, pero merece la pena dedicarle un par de horas. Lo que más nos sorprendió de Monastir es que alberga una gran cantidad de monumentos históricos: una mezquita, el precioso Ribat a orillas del mar, que es uno de los más bonitos del país, y el Mausoleo de Habib Bourgiba, otra joya desconocida de la ciudad. Se puede dar una vuelta por la medina, aunque para nosotros es la que menos encanto tiene de la zona costera.
Además, no lejos del centro se encuentra la playa de Qaraiya, donde os podéis dar un buen chapuzón si el calor aprieta. El ser noviembre, nosotros no tuvimos esa necesidad y preferimos tomar un cappuccino en una terraza llena de señores tunecinos. Todo muy auténtico.
Susa
Con diferencia, es la ciudad más grande de las que visitamos en la costa de Túnez, por lo que hay mucho movimiento de gente y el tráfico es más agobiante. También se percibe más inseguridad que en Hammamet o Monastir.
Recomendamos nuestro alojamiento Dar Baaziz, uno de los mejores del viaje. Era una auténtica casa tunecina que funcionaba de guesthouse, en la que nos dieron una amplia habitación muy bien decorada. Tenía un patio donde servían un buen desayuno cada mañana y una azotea desde donde se podían contemplar las vistas de la preciosa medina de Susa. Para llegar, se puede dejar el coche en una de las entradas a la Medina y, después, caminar escaleras abajo unos cinco minutos.
Susa cuenta con unas enormes murallas que rodean toda la medina, una preciosa mezquita y el Ribat es patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Tanto las murallas del casco histórico de Susa, como su medina, son mucho más espectaculares que las de Hammamet y Monastir, aunque en general, la ciudad tiene menos encanto al ser más grande y estar menos cuidada.
La medina es muy animada y a diferencia de las otras ciudades, a partir de las seis de la tarde sigue teniendo mucha vida. La gente continúa paseando, visitando los puestitos o tomando té hasta bastante más tarde. Es buen plan callejear por la medina de noche y admirar las murallas y el Ribat iluminados que están preciosos.
Para cenar, se puede probar algo de comida callejera o ir a un restaurante como El Kasbah, que os lo recomendamos mucho. Nosotros terminamos cenando en el Restaurant Café Seles, un lugar regentado por una familia que destaca por su tajin de pollo y el cuscús (plato nacional), ambos acompañados de la típica harissa.




Djerba
Djerba es la mayor isla de todo el norte de África y uno de nuestros lugares preferidos del país. Es un oasis de paz, lleno de playas de arena blanca y agua turquesa. Aunque queda un poco apartado del resto del país, se puede llegar en coche fácilmente, a través de un puente por el sur o en barco si cruzáis por el norte. Para los amantes del sol y de la playa este es el mejor lugar de Túnez. Hemos publicado un artículo sobre qué visitar en la isla secreta de Túnez: Djerba para daros las mejores recomendaciones.


Sidi Bou Said
Dejamos para el final la parada más "turística" de la costa, que nos pareció que la diferencia en el número de visitantes con respecto al resto de lugares era muy llamativa. Es un pintoresco pueblo, que está prácticamente pegado a la capital, y es famoso por sus bonitas casas blancas y azules, con calles empedradas y ambiente bohemio. Aunque es bastante pequeño y suele estar muy concurrido, Sidi Bou Said es una visita obligatoria en cualquier itinerario por Túnez. Además cuenta con unas vistas panorámicas preciosas del Mediterráneo. A lo largo del pueblo, encontraréis cafeterías con encanto, varias galerías de arte y muchas tiendas de suvenires. Os recomendamos que probéis un delicioso Bambalouni, una especie de masa frita con un sabor similar al churro, y que toméis un café en el punto más fotogénico de Sidi Bou Said, el histórico Kahoua El Alia.












Aparte de la zona histórica, Susa cuenta con un largo paseo por la costa. A diferencia de la medina, entorno al paseo no se percibía muy buen ambiente; estaba repleto de gente solitaria de aspecto extraño y una gran cantidad de hoteles destartalados que le añadían un toque decadente y tétrico a la ciudad. Se percibía claramente la caída que había sufrido el turismo, en gran medida a consecuencia de los atentados de hace varios años. Tenéis un artículo en el que tratamos este tema más a fondo.
El día siguiente lo aprovechamos para pasear por la playa de Susa e informarnos un poco más sobre lo ocurrido. A lo largo de la extensa costa, hay muchos hoteles y resorts, la mayoría de ellos cerrados y abandonados. Actualmente, solo quedan algunos turistas británicos en hoteles de todo incluido, que no suelen salir de la zona acotada.
Susa ha sido históricamente el centro turístico más importante de la costa tunecina y por eso se pueden encontrar más restaurantes internacionales, como el Café La Sirene donde comimos un delicioso crep con helado. Esta ciudad también es uno de los mejores lugares para cambiar euros a dinares, incluso más fácil que en la capital.








En Hammamet se respira un ambiente muy familiar y hay muchos menos turistas de lo que nos esperábamos. Además, en ningún momento sentimos inseguridad, a diferencia de Susa donde sí que vimos gente con mal aspecto. En cuanto a buscar un sitio para comer, probamos en un lugar increíblemente barato y donde solo iban locales, y pudimos disfrutar de una de las mejores comidas en todo el viaje. El lugar se llama Ettahrir Restaurant y os lo recomendamos totalmente.
Al sur del centro histórico de Hammamet, hay una zona con un enorme puerto deportivo y decenas de hoteles que visitamos de paso a la mañana siguiente. Es un lugar preparado para una afluencia turística muchísimo mayor de la que había cuando estuvimos. De hecho, hace mas de una década Túnez era un destino muy habitual y recibía un gran número de visitantes. Podéis leer más acerca del tema en nuestro post sobre la decadencia del turismo en Túnez. Sentimos lástima de verlo todo tan vacío; avenidas kilométricas junto a una playa completamente vacía, la mayoría de hoteles cerrados y apenas unos pocos locales permanecían abiertos. Pese a todo, la zona de Hammamet es una de las que más nos gustó de la costa tunecina.

