Nos hemos olvidado de Túnez
Tras las revueltas de la Primavera Árabe en 2011, los atentados terroristas de Susa en 2015 y la constante inflación e inestabilidad política, Túnez ha dejado de ser el destino turístico que fue en la década de los 90 y los 2000. En este post os contamos nuestra reciente experiencia recorriendo este interesante y precioso país del norte de África.
TÚNEZ


Tras haber visitado el país a finales del 2023, una cosa nos quedó muy clara: nos hemos olvidado de Túnez. El país ha experimentado todo tipo de cambios y problemas en las últimas dos décadas, sobre todo a partir de los atentados ocurridos en el año 2015: uno de ellos en el Museo del Bardo, en la capital, y el otro en la ciudad costera de Susa, sembrando el pánico entre los visitantes y con un impacto directo en el devenir del país.
Es común que cuando ocurren este tipo de ataques dirigidos a los extranjeros o incluso si el país es percibido como peligroso para la comunidad internacional, el turismo se resienta gravemente. Nosotros nos encontramos con un país que ya no es lo que fue, y que ha sufrido los devastadores efectos de una caída tremenda en lo que a visitantes y movimiento turístico se refiere; cantidad de hoteles cerrados o a medio abrir, infraestructuras abandonadas sin terminar, lugares anticuados en los que el paso del tiempo y la falta de ingresos han hecho mella y una población empobrecida con respecto a la situación de hace más de veinte años. En este mundo globalizado en el que vivimos, cualquier mínimo cambio en la dinámica de un país se hace notar. La dependencia en el turismo que mantuvo Túnez fue un hecho a partir de finales de los años 80, cuando gran parte de la economía y de los empleos dependían del sector.
Además de dicha fama de "inseguridad", la competencia de otros destinos turísticos sigue creciendo, y países como Albania o Turquía se están poniendo de moda, pues ofrecen experiencias atractivas con una infraestructura más desarrollada, moderna y sobre todo, mayor estabilidad política.
Fuente: Datosmacro








Pese a todo, nuestra experiencia en Túnez fue realmente buena. Los tunecinos son realmente amables y su simpatía hacia los extranjeros es mucho mayor que la de que sus vecinos del Magreb, Marruecos o Egipto. Esa es la sensación que nos transmitieron en la mayoría de casas de huéspedes en las que nos alojamos y durante las conversaciones que mantuvimos con la gente local. Es evidente que el país ha sufrido una importante crisis económica y que muchos empleos del sector turístico, entre otros, se han destruido en los últimos diez años, pero esto no significa que el país sea difícil de visitar o peligroso, ni mucho menos.


Para abordar los problemas mencionados, Túnez ha estado trabajando en mejorar su seguridad, diversificar la oferta turística y promover la estabilidad política y económica. Sin embargo, estos esfuerzos llevan su tiempo y requieren de una estrecha colaboración entre el gobierno, el sector privado y la comunidad internacional que lamentablemente, a día de hoy, no parece ser suficiente. Aún y todo, se han tomado medidas que están dando sus frutos poco a poco:
Recuperación post-pandemia: el COVID-19 tuvo un impacto devastador en la industria turística de Túnez, lo cual fue algo que nos han repetido casi a diario y que hemos podido comprobar con nuestros propios ojos. Pero con la vuelta a la normalidad y la relajación de las restricciones de viaje, el país ha comenzado a ver una recuperación en el número de turistas, incluso superando las cifras previas a la pandemia (aunque sigue estando lejos de las cotas pasadas).
Diversificación de la oferta turística: impresiona de que Túnez ha estado trabajando en diversificar su oferta turística para atraer a un público más amplio. Además de sus conocidas playas y resorts en la costa, el país está promoviendo un turismo de valor histórico y patrimonial, en sitios arqueológicos como Cartago; un turismo de aventura en el desierto del Sahara y los increíbles oasis; o una mezcla entre cultura y paraíso marino en la isla de Djerba. En nuestra opinión, descubrir la verdadera Túnez, la de los poblados beduinos del interior, los castillos o Ksars, y las tradiciones de sus habitantes, es mucho más enriquecedor que simplemente explotar su costa con hoteles y chiringuitos.
Mejoría de la infraestructura: leímos que el gobierno tunecino ha estado invirtiendo mucho en mejorar la infraestructura turística. Esto incluye la ampliación de varios aeropuertos del país, la renovación de carreteras y construcción de algunas autopistas (que en general, encontramos en muy buen estado) y el desarrollo de nuevas instalaciones con mayor tecnología.
Economía y seguridad: es destacable que la situación geopolítica de Túnez se ha estabilizado en los últimos años y que no ha sufrido atentados terroristas, ni problemas de seguridad importantes. Personalmente, durante nuestro recorrido por el país, nos sentimos muy seguros en todo momento.
En definitiva, la impresión general que nos llevamos es que, pese a haber retrocedido enormemente en comparación con la década de los 90, Túnez sigue siendo un país tolerante, acogedor y preparado para recibir a todo viajero que quiera conocer una cultura diferente y auténtica. Además, es un país muy fácil de recorrer por cuenta propia, y las restricciones para los turistas hoy en día son casi inexistentes. Contiene una variedad cultural, histórica y paisajística impresionante y, la verdad, nos sorprendió muy gratamente. Tiempo después, escribiendo estas reflexiones, nos damos cuenta de lo especial que fue el viaje, de la maravillosa experiencia que vivimos allí y de las ganas que tenemos de volver. Nos hemos olvidado de Túnez, sí, pero estamos seguros de que en el futuro volverá a brillar con luz propia y recuperará su merecido hueco en la lista de lugares a visitar al menos una vez en la vida.