Nuestro itinerario de viaje a Omán
Omán es un país tan maravilloso como enigmático que combina tradición y modernidad de una manera única. Durante los intensos 9 días que estuvimos recorriéndolo, no dejamos de sorprendernos con sus magníficos paisajes y con sus costumbres increíblemente bien conservadas. En este post os detallamos nuestra ruta por el sultanato.
OMÁN
Día 1: llegada a Muscat
Nada más aterrizar en una capital de la Península Arábiga os daréis cuenta de que el viaje va a ser una explosión para los sentidos. Aterrizar en Muscat es adentrarse en el mundo del lujo y la ostentosidad; como no podía ser de otra forma, el aeropuerto de Omán es nuevo, ultra moderno, y está impecable lleno de espaciosas salas de espera. El nivel de detalle y decoración árabe es tan desconocido para los occidentales que es habitual pensar que se limita al color dorado y lo hortera. Pero, ¡nada más lejos de la realidad! En estos países seguramente contratan a los mejores arquitectos y diseñadores del mundo para dejar todo impecable. Solo aquellos que han tenido la suerte de vivirlo saben que es un placer llegar a un lugar como Omán, en el que predominan el orden, la elegancia y la hospitalidad. Para nosotros eso es lo que significa adentrarse en el mundo árabe y, naturalmente, fue lo que sentimos al pisar Omán.
El trayecto que hicimos fue desde Barcelona a Estambul, donde hicimos una escala de un par de horas, y desde allí hasta Muscat. Llegamos sobre las tres de la madrugada y recogimos el coche de alquiler a la salida del aeropuerto, el cual habíamos reservado mediante Discovercars.com. También pudimos comprar una tarjeta SIM y cambiamos unos pocos euros en el mismo aeropuerto. Tenéis la información más detallada en nuestro itinerario de 3 días por Muscat.
Día 2: recorriendo la capital omaní
Tras descansar apenas cuatro horas en el Muscat Plaza Hotel salimos a conocer la relativamente extensa ciudad, en la que vive más de la mitad de la población del país. Primero fuimos al barrio Muttrah, que se puede considerar la parte vieja y cuenta con varios atractivos principales que se pueden visitar fácilmente a pie: la lonja de pescadores, el paseo marítimo, el fuerte de Muttrah y el zoco.
Por la tarde, recorrimos parte de la carretera que bordea la costa hacia el este, hasta llegar al barrio Old Muscat. Es una zona agradable y muy bonita, con una preciosa vista de la bahía rodeada de montañas escarpadas. Allí se encuentran el Palacio Real, que solamente se puede ver desde el exterior, y los Fuertes Al Mirani y Al Jalali.
Antes del anochecer, nos acercamos al Parque Riyam, donde se encuentra el incensario más grande del mundo, que estaba repleto de familias disfrutando de la tarde del viernes (su día de la semana más importante). Dimos un paseo por la famosa Corniche, un paseo marítimo de varios kilómetros muy frecuentado por los locales, especialmente a partir de las ocho. Para terminar el día, cenamos un delicioso pescado en el restaurante Aroos Al-Bahar. ¡Totalmente recomendable!




Día 4: de camino al sureste, Wadis y Sur
Comenzamos el día temprano y salimos de Muscat por las excelentes autopistas que cruzan las montañas hacia el sureste del país. No tardamos mucho en llegar a nuestra primera parada: el Sumidero de Bimmah. Se trata de un agujero en la tierra, lleno de agua cristalina semidulce, y donde no puede faltar un baño. Continuamos el recorrido hasta el famoso Wadi Ash Shab. Un wadi es un barranco largo y estrecho que canaliza el agua desde las montañas hasta las zonas bajas. Sorprendentemente, no había mucha gente y pudimos pasear a través del barranco hasta llegar a un rio en el que hay que meterse para continuar ascendiendo y llegar a una cascada. Es uno de los lugares más visitados de Omán y, a su vez, fue uno de los que más nos gustó del viaje. Próximamente os daremos más recomendaciones acerca de cómo visitar los Wadis.
Paramos a comer en el pueblito Tiwi, saliendo de la carretera principal cerca del Wadi. Después, llegamos a la ciudad Sur, y tras dejar las mochilas en el Hotel Zaki (totalmente recomendable), fuimos a conocer la ciudad. Primero nos acercamos en coche hasta el faro en el barrio Al-Ayjah, un lugar ideal para compartir el precioso atardecer en tranquilidad junto con familias omanís. Ya por la noche, dimos una vuelta por el casco antiguo de la ciudad que, aunque no tenga especial interés, éramos los únicos extranjeros y fue una muy buena experiencia. Curiosamente, el mercado local es de noche, y hay mucha vida a partir de las ocho en comparación con la mayoría de países del mundo.




Día 5: ruta por la zona rural, otro wadi y desierto
Por la mañana, hicimos una breve visita a la fábrica de Dows de la ciudad de Sur, donde todavía siguen construyendo y renovando estos preciosos barcos tradicionales del Océano Índico. Después, nos esperaba un buen tramo de carretera, atravesando puertos de montaña y extensas plantaciones de palmeras datileras, hasta llegar a Wadi Bani Khalid, que junto con Wadi Ash Shab, es el más visitado del país. Lo mejor en Bani Khalid es subir a contracorriente por el río hasta llegar a una cueva a la que se puede acceder con una linterna. En la parte baja del wadi, hay un bonito lago y varias zonas de baño para los que no se aventuren a hacer todo el recorrido.
Después de comer allí mismo, condujimos un par de horas más hasta el desierto Wahiba Sands. No tuvimos problemas para llegar, excepto en el último tramo donde se atascó una rueda del coche en la arena. Logramos sacarla y llegamos a Al Salam Camp, para antes del atardecer. El campamento recientemente había abierto sus puertas y las instalaciones eran excepcionales, ¡os recomendamos muchísimo!. Tuvimos tiempo de subir andando a las dunas, que a diferencia de la mayoría de alojamientos, este sí se encuentra junto a la arena y no hace falta contratar ninguna excursión, y presenciamos uno de los atardeceres más espectaculares del viaje. La vista del desierto Wahiba Sands en forma dunas doradas lineales que alternan con corredores de valles más fértiles, y las montañas de fondo, es muy característica.
Terminamos el día con una cena beduina tradicional, en la que entre otras carnes, probamos la carne de camello, acompañada de sopa y arroz. Dormimos en una tienda amplia, nueva, y decorada con mucho gusto; sin duda, el mejor alojamiento en el desierto que hemos estado nunca.


Día 6: más desierto, fortalezas y pueblos auténticos
Nos despertamos antes de la salida del sol, a tiempo para trepar las dunas y disfrutar desde arriba. Ya después de desayunar, salimos rumbo hacia las montañas del país y, tras dos horas de conducir, llegamos a Birkat Al Mouz. Es uno de los pueblos en ruinas más visitados, conocido por su antiguo sistema de riego falaj. Dimos una vuelta por las zonas de cultivo y por las callejuelas abandonadas del antiguo pueblito. Después, continuamos nuestra ruta hasta el Castillo de Jabreen, uno de los mejor conservados y más visitados de Omán. La entrada cuesta 5 euros y se puede acceder a algunas estancias como habitaciones, salas y patios interiores. Además, la panorámica desde arriba es asombrosa, ya que está rodeado de plantaciones de palmeras y se alcanzan a ver las montañas.
Por la tarde, después de hacer un pequeño picnic junto al castillo, llegamos al siguiente destino: la ciudad de Al-Hamra. Es uno de nuestros lugares favoritos del viaje; un conjunto extenso de calles y casas, algunas de ellas de adobe, sumergidos entre plantaciones de palmeras datileras y canales de riego. Es un lugar idílico, un oasis en un país donde la vegetación y el verde no abundan. Desde nuestro alojamiento (Hotel Bait Salam inn) teníamos unas vistas privilegiadas de los campos y de Jebel Shams, la montaña más alta del país. Dimos una vuelta por Al-Hamra al atardecer, sintiéndonos muy afortunados de haber conocido este lugar.


Día 7: montaña Jebel Shams y Al Hamra
Llegó el día de trekking de nuestro itinerario por Omán, y no podía ser en otro sitio que en Jebel Shams. Hay que conducir una hora desde Al Hamra para llegar al inicio de la ruta y NO es necesario tener un 4x4 (aunque hay algunos tramos bastante pedregosos). El recorrido del Balkony Trail son 10 kilómetros de ida y vuelta, por un camino junto a un acantilado espectacular. No hay que confundirse con la subida a la cima de Jebel Shams, ni con otras rutas menos señalizadas. Hacía mucho viento y fue la única vez que sentimos fresco durante el viaje (conviene mirar el pronostico meteorológico por si es necesario llevar más abrigo, sobre todo en invierno).
Tras terminar, fuimos en coche hasta el pintoresco pueblo Misfat Al Abriyyin, bastante turístico para los estándares del país. Desde donde Misfat las vistas de todo el valle son magníficas y también se pueden recorrer sus callejuelas y las plantaciones irrigadas con el tradicional Falaj.
Pasamos el resto de la tarde en Al-Hamra, paseando por los cultivos y viendo el día a día de los omaníes. Todo el mundo fue muy amable y hospitalario con nosotros, nos sentimos muy a gusto en aquel oasis de paz y tranquilidad. En el casco antiguo del pueblo, hay un museo interesante al que no pudimos ir, el Bait Al Safah. Se trata de una recreación del modo de vida tradicional de la región con personas y objetos auténticos.
Las mejores vistas de todo el entorno se obtienen desde la torre en ruinas, situada cerca del Saaf Café (la única cafetería de toda la zona vieja de Al-Hamra). Allí vimos el anochecer, y después, cenamos en el Reem Al Yamen, una de las mejores y más abundantes de todo el viaje. ¡Muy recomendable!




Día 8: desde Al Hamra hasta Nizwa
De ningún sitio nos dio tanta pena irnos como de Al-Hamra, que nos dejó con la sensación de haber descubierto un lugar secreto. Cogimos el coche y a una hora de allí visitamos el precioso Fuerte de Bahla, que parecía abierto solo para nosotros. Si tuviéramos que quedarnos con un fuerte o castillo, el de Bahla sería nuestro favorito. Su tamaño es considerable, el exterior está perfectamente renovado y las vistas desde arriba son espectaculares. Tras recorrer gran parte de las salas y patios del fuerte, continuamos nuestra ruta hasta la ciudad de Nizwa, la más bella de Omán, aunque también la más turística con diferencia.
Una tarde es tiempo suficiente para visitar sus atractivos principales, aunque es una pena no quedarse a pasar la noche y lo más importante estaba por llegar. Los lugares más destacables son el Fuerte de Nizwa, los edificios del bazar y, en general, todo su casco antiguo. Al atardecer, nos acercamos a una zona recién inaugurada con un paseo sobre la muralla del antiguo barrio Al-Aqr, a donde solo acuden los locales en su tiempo de ocio. Terminamos el día con una cena excelente en el restaurante turco Al Masharef, algo apartado de la zona histórica, pero totalmente recomendable si disponéis de coche y buscáis la mejor relación calidad-precio.




Día 9: mercado de Nizwa, fuertes y playa de Muscat
Habíamos planificado el viaje para que el viernes por la mañana estuviéramos en Nizwa y poder asistir al famoso mercado de ganado. ¡Es algo imperdible de un viaje a Omán! Madrugamos mucho y nos acercamos a la zona de venta de ganado; había desde cabras, ovejas y vacas, hasta camellos recién nacidos. Pensábamos que podía ser una trampa para turistas, pero nos quedamos asombrados al ver que el mercado de ganado de Nizwa sigue siendo una forma de comerciar en la zona y es completamente auténtico. Además de animales, también hay puestos de alimentos, tanto carnes, como todo tipo de verduras y algunas frutas. Incluso había un puesto donde vendían fusiles y escopetas. Recorrer el mercado de Nizwa de los viernes es una experiencia sin igual.
A media mañana, salimos con el coche de vuelta hacia Muscat, pero antes de llegar paramos en el último fuerte incluido en nuestro itinerario: el Fuerte de Al Hazm. Éramos los únicos visitantes del lugar, lo que le daba un toque de misterio. Es el fuerte que mejor ambientadas tiene las estancias interiores y, en general, uno de los más bonitos del país. ¡Las vistas desde la terraza son espectaculares! No muy lejos, hay dos fuertes interesantes que no visitamos por falta de tiempo: el Fuerte de Nakhal y el Fuerte de Rustaq.
Preferimos pasar nuestra última tarde en la playa Al Qurum de Muscat, para descansar de cara al vuelo que salía por la noche. Y para despedirnos lo mejor posible, volvimos a cenar al restaurante de pescado del primer día, el Aroos Al-Bahar, en el barrio de Muttrah.
La verdad que ha sido uno de los viajes más auténticos que hemos hecho, y con una maravillosa sensación recurrente de ser los únicos turistas.




Dia 3: continuamos descubriendo Muscat
Comenzamos el día con una visita a la impresionante Mezquita Sultan Qaboos, inaugurada en el año 2001, es una de las más costosas jamás construidas y alberga la segunda alfombra más grande del mundo. No muy lejos de allí, se encuentra la Ópera Real, otro de los edificios más ostentosos de la ciudad conocido por su acústica espectacular. Ambos lugares son, con mucha diferencia, los más turísticos de Muscat. También visitamos la Mezquita Mohammed Al Ameen que nos gustó casi tanto como la primera. Éramos las únicas personas en el precioso templo, al cual la luz entrando por los enormes ventanales y la enorme lámpara de cristal la hacen muy especial.
Por la tarde, nos acercamos al barrio Al Qurum, uno de los más exclusivos de Muscat y en el que viven la mayoría de los extranjeros occidentales. Dimos un paseo por la recién urbanizada zona de villas en primera linea de playa, de la que apenas habíamos leído información antes de ir y es mucho mejor de lo que esperábamos. La capital omaní cuenta con kilómetros de playa para poder disfrutar, especialmente durante los meses de invierno cuando el calor no es asfixiante. Es un lugar al que los locales (omaníes y otros tantos extranjeros de decenas de países diferentes) van a pasar su día libre en familia. Comimos algo ligero en el Twins Turkish Cuisine, situado junto a la costa, y después fuimos a descansar al cercano parque de Al Qurum.
Antes de que cayera la tarde, cogimos el coche e hicimos una breve incursión en el nada turístico barrio Ruwi, el barrio hindú de la capital por excelencia. Visitamos el templo hindú de Sri Krishna, que curiosamente está frente a un conjunto de iglesias protestantes. ¡La mezcla de gente en Muscat es realmente curiosa!
Para cenar nos decantamos por el Turkish House Restaurant, un establecimiento muy frecuentado por los habitantes de la ciudad. El día estaba siendo muy intenso, pero no nos queríamos ir sin visitar el Mall of Oman, el centro comercial más grande del país y uno de los más increíbles que hemos estado en la vida. Aunque no sea tan grande como los de Dubai, Mall of Oman cuenta con una cantidad exagerada de tiendas de lujo, perfumerías, restaurantes e incluso una pista de esquí. Lo más llamativo es que suele estar abarrotado de omaníes de clase muy alta; todos con móviles de última generación y smartwatch, pero al mismo tiempo ataviados con sus trajes tradicionales. Es una visita imprescindible para reparar cómo en Omán lo moderno se combina con lo tradicional de una forma única y asombrosa.







