Nuestro itinerario de viaje a Estambul
Estambul es la ciudad donde Oriente y Occidente se encuentran: multicultural, caótica y combina historia con modernidad. Su skyline, dominado por la majestuosa Santa Sofía, la Mezquita Azul o el precioso Palacio de Topkapi, refleja siglos de esplendor arquitectónico y religioso. En este post os contamos nuestro itinerario por la antigua Constantinopla y os damos ideas para cuando exploréis la ciudad.
ESTAMBUL
Día 1: Centro, mezquitas y Ortakoy
Desayunamos en el Hotel Mavirem y salimos a recorrer la ciudad temprano, haciendo una primera parada en Laleli Cami o la Mezquita de los Tulipanes, situada en la recién peatonalizada calle Ordu por la que transcurre el tranvía. Seguidamente, llegamos a la amplia plaza Beyazit y visitamos el interior de la Mezquita Beyazit que es preciosa y una de las más grandes. Desde este punto, la entrada al Gran Bazar queda muy cerca, pero sin adentrarnos en ese laberinto de tiendas, continuamos por las calles colindantes hacia la espectacular Mezquita de Suleimaniye. Hay que ascender por una calle empinada y pasar por delante de varias facultades y de la Torre de Bezayit (a la que no se podía entrar). ¡Las vistas desde la mezquita son impresionantes! A continuación, pasamos por la tumba del famoso arquitecto Mimar Sinan y bajamos atravesando el barrio de Eminonu, hasta el Bazar Egipcio o Bazar de las Especias. De camino, visitamos la Mezquita de Rüstem Paşa que está algo escondida entre callejuelas, pero merece la pena entrar. Llegamos al bazar donde nos dieron las típicas delicias turcas y, después, vimos la inmensa Mezquita Nueva desde el exterior, porque estaban en plena oración y no pudimos entrar. Seguimos recorriendo el centro (por el barrio Sirkeci) en busca de baklavas y de algún que otro dulce. Había muchísimos turistas y nos apeteció subir a una terraza desde donde disfrutar de las vistas de la zona de Sultanahmet. Encontramos el Panoramic Restaurant, en la calle Çatalçesme, que es perfecto para contemplar las vistas de la preciosa Santa Sofía, la Mezquita Azul y el skyline de Estambul, prácticamente sin gente.
Día 2: costa del Bósforo, barrio Kumkapi, distrito de Fatih, Balat y Eyüp
Nos despertamos muy cansados del primer día y tras desayunar en el hotel, fuimos andando hasta Santa Sofía y la Mezquita Azul. La plaza en la que se encuentran estaba a reventar de turistas, como casi siempre. Conseguimos sacar algunas fotos, leímos y aprendimos un poco más sobre la historia de los monumentos, pero no entramos en ninguno de ellos, ni tampoco en el Palacio Topkapi que la entrada cuesta 45 euros.
Bajamos por el Parque Gülhane en busca de un poco de tranquilidad, y desde allí, hicimos el nuevo paseo a orillas del Bósforo, junto a las antiguas murallas de Constantinopla, que estaban terminando de construir (la línea de Metro n°6 conectará esta zona con Sultanhmet). Llegamos al pequeño barrio de Kumkapi que fue todo un descubrimiento. Está lleno de pequeños bares y tiendas no muy turísticas, y subiendo por las calles colindantes los comercios son cada vez más auténticos.
Día 3: Sultanahmed, distrito Beyoğlu: Gálata, Taksim y Karaköy
Cuando viajamos, hay días en lo que nos acostamos temprano y, evidentemente, para las seis de la mañana ya estamos funcionando. Fue el caso de nuestro tercer día por Estambul: queríamos visitar con calma y sin miles de turistas tanto la Mezquita Azul como la Santa Sofía ¡Y lo conseguimos! Por desgracia, amaneció nublado y no estaba especialmente bonito, lo que es bastante habitual en la capital turca.
*Se debe tener en cuenta que hasta las 8:30 no abren los monumentos y el Gran Bazar está cerrado los domingos.
Volvimos al hotel a desayunar y cuando paró de llover, salimos con intención de explorar el distrito de Beyoğlu. Antes, paramos en una pequeña cafetería, cerca de la Mezquita de Shezade, y bajamos por el humilde barrio de Demirtaş, donde compramos unos baklavas deliciosos a un precio irrisorio. Cruzamos el puente nuevo de Haliç Altin que llega al barrio de Gálata, y antes de subir a la parte alta, visitamos el muelle y el mercado de pescado.
Día 4: Gran Bazar, lado asiático (distrito de Kadikoy), repetimos Gálata
A primera hora de la mañana, pasamos por el Gran Bazar para conocerlo por fin, aunque no había demasiada gente y la experiencia resultó ser más tranquila de lo esperado. Sin llegar a comprar nada, nos acercamos al puerto de Eminonu para coger un ferry público al distrito de Kadikoy, en el lado asiático de Estambul. El trayecto fue precioso, eso sí, el día estaba nublado y hacía bastante frío.
En Kadikoy, paseamos por la costa y llegamos al extremo Moda, un barrio que como su propio nombre indica, está de moda. Tranquilo, coqueto y bien cuidado, conocido por ser otra de las zonas con mejor calidad de vida de la ciudad. Regresamos al centro del barrio y dimos una vuelta por el mercado de Kadikoy, que estaba lleno de puestos de pescado, especias y dulces, y compramos un borek riquísimo, relleno de carne y de queso, distinto a los que hemos comido en Bulgaria, Bosnia, Serbia o Eslovenia. (Los turcos tienen la masa más parecida a una lasaña, pero están muy sabrosos también).
Después, continuamos hasta el parque Yildiz por donde dimos un tranquilo paseo y nos acercamos al pequeño local Abu Gosh Künefe regentado por Sherif, un hombre palestino tremendamente interesante, que nos ofreció un exquisito künefeh casero y té especiado. Tras hablar largo y tendido sobre su complicada vida y la situación actual en Palestina, volvimos para llegar a tiempo a ver el anochecer desde el Puente de Gálata. De vuelta no adentramos un poco en el barrio de Besiktas que rebosaba de ambiente joven, cafeterías y bares. Cogimos el tranvía que nos acercó al Puente de Galata. Allí presenciamos el anochecer más bonito que vimos en Estambul, mientras cruzábamos de vuelta al centro. Cenamos en el restaurante Balkan Lokantasi varios platillos con guisos de carne y pollo, berenjenas estofadas, lasaña rellena de verduras y un par de postres. Fue muy barato y tenía el toque balcánico que nos encanta. Súper recomendable.
Día 5: barrio Kumkapi y despedida de la ciudad
Aprovechamos las primeras horas de la mañana antes de coger el avión a Urgench (Uzbekistán) para callejear por los cercanos barrios de Kumkapi y Sultanahmet. Compramos unos baklavas tan deliciosos como baratos en Sultanhmet, y visitamos la Mezquita Pequeña Santa Sofía, que aunque es bonita y muy antigua, no es de las más espectaculares. Para el mediodía estábamos en el Aeropuerto Internacional de Estambul, situado a casi 50 kilómetros.
*Para saber cómo llegar os recomendamos el post de cómo moverse por Estambul y llegar a los aeropuertos.
Continuamos hacia el corazón del distrito de Fatih, pues nuestra intención era llegar al barrio Balat. De camino visitamos la Mezquita Shezade que nos pareció una maravilla y un remanso de paz. Atravesamos el desconocido Acueducto de Estambul para llegar a una placita en el corazón de Fatih, donde compramos en un pequeño obrador un delicioso pan recién salido del horno.
Cerca de este punto se llega a la Mezquita de Fatih, una de las más grandes y de las más concurridas de Estambul. No pudimos acceder, pues coincidía con la oración y estaba a rebosar de fieles; pero, la vista desde el exterior era espectacular. A un par de calles de la mezquita, se encuentra Çarşamba, la zona más conservadora de la ciudad que merece mucho la pena conocer. Allí todos los habitantes visten de forma tradicional y os aseguramos que no hay casi ni un turista. Además, muy cerca se encuentra el barrio Balat, el cual está poniéndose muy de moda (sobre todo en Instagram...).
Como decíamos, junto a Çarşamba comienza la bajada hacia las casas de colores de Balat, por la calle Kiremit. Realmente, el barrio es muy pintoresco, pero se empieza a notar demasiado la afluencia de turistas. En las calles principales de la parte baja, está la zona de ambiente joven y los lugares más hípsters, aunque eran algo caros. Continuamos hacia el distrito de Eyüp, cogiendo el tranvía en Balat y nos dejó a los pies de la famosa colina Pierre Loti. Allí, visitamos la Mezquita de Eyüp, un lugar especialmente sagrado para los musulmanes, que estaba muy lleno, y con un curioso ambiente de sábado por la tarde. El barrio rebosaba vida y autenticidad, ¡nos encantó! Tampoco nos cruzamos con ningún turista en todo el tiempo que estuvimos por Eyüp. Probamos dos gozlemes (masa fina tipp crep, rellena de queso), y después subimos caminando hasta la colina Pierre Loti. Las vistas eran bastante buenas, aunque esto sí que era demasiado turístico. Bajamos atravesando el Cementerio de Eyüp y volvimos en metro hasta la zona de nuestro alojamiento, en el barrio Yenikapi. Este ni es bonito, ni tiene especial interés, pero está relativamente cerca del centro y cuenta con muchos restaurantes baratos para cenar. Tenemos un articulo sobre los mejores barrios de Estambul para alojarse.
Por unas callejuelas se asciende hasta la famosa torre de Gálata que estaba cerrada por obras. Pese a la lluvia y el mal tiempo, había muchísimos turistas, pues esta se ha convertido en el lugar más fotografiado de la ciudad. Desde allí, llegamos a la concurrida avenida comercial de Istiklakl, por donde pasa el tranvía histórico, y conduce hasta la conocida plaza Taksim. Probablemente, los kebabs que venden en la plaza sean de los mejores de Estambul, pero aún no teníamos hambre, y preferimos continuar hacia los barrios de Çihangir y Çukurcuma. Llenos de gente joven y estudiantes, se dice que son los mejores para vivir en la ciudad. Cuentan con decenas de bares y restaurantes modernos y es evidente un ambiente mucho más acomodado.
Desde allí, rápidamente se baja al barrio Karaköy, con bonito muelle a orillas del Bósforo. Se trata de una zona más cara para comer o alojarse, aunque preciosa, y con unas vistas estupendas del lado asiático y Sultanahmet. Desde Karaköy, cruzamos el Puente de Gálata hasta el barrio Eminonu, y nos acercamos a otro restaurante llamado también Balkan Lokantasi. Cenamos varios platos exquisitos de verduras asadas, pollo en salsa y alguna que otra preparación con aires serbios. Volvimos paseando por el centro, que parecía una ciudad fantasma al estar todo cerrado, a diferencia de la plaza Beyazit, que estaba espectacularmente iluminada de noche. De allí ya fuimos a descansar.
Después, nos adentramos en la zona de pubs y nos tomamos una Efes que nos supo a gloria. ¡Por fin probamos la cerveza Turca! En Estambul es mucho más complicado encontrar alcohol de lo que pensábamos.
Tomamos el barco de vuelta al lado europeo y bajamos en el muelle de Gálata. Aunque ya lo habíamos visitado el día anterior, volvimos a callejear por la zona. Entre la lluvia, el frío y el destemple que llevábamos, paramos en un restaurante entre tradicional y moderno y pedimos un par de sopas (çorba) y un plato de arroz con garbanzos, carne y berenjenas para compartir. Después, caminamos hasta Taksim, y nos despedimos de esta zona de la ciudad hasta la siguiente visita a Estambul. Volvimos en metro hasta Yenikapi, el barrio del hotel.
Bajamos al centro y decidimos tomar el tranvía con intención de ir a un lugar más tranquilo. Paramos en Kabataş, bastante cerca del Palacio Dohlmabaçe. La zona está en plena construcción y no tiene un buen paseo por la costa, además del agobiante tráfico que pasa por al lado. Llegamos a la entrada del Palacio Dohlmabaçe que estaba llena de turistas, y tras echar un vistazo desde fuera, seguimos nuestro camino. Pasamos por la Universidad Bahçesehir (una de las mejores del país) y caminamos varios kilómetros hasta la preciosa Mezquita de Ortakoy. Esta se convirtió en nuestra preferida, por la maravillosa ubicación junto al Bósforo y su luz dorada tan característica que transmite calma. En el barrio Ortakoy es típico comer una patata rellena de todo tipo de ingredientes (Kumpir), pero nosotros no la probamos. Había mucha gente local pescando y paseando por la zona y nos sentamos un rato a disfrutar del día a día en Estambul y a leer un poco más de información sobre la ciudad.