Diario de viaje por los Países Bajos
En la última visita a este precioso país, hemos tenido la oportunidad de conocer lugares menos turísticos como Utrecht o Gouda, visitar de cerca los molinos de viento y explorar las dos ciudades principales: Róterdam y Ámsterdam. Aquí os dejamos nuestro itinerario de una semana por los Países Bajos.
PAÍSES BAJOS
Dia 1: llegada a Utrecht
Llegamos al aeropuerto de Schipol y cogimos tren a Utrecht que llega en menos de media hora. El Hotel Hampton by Hilton se encuentra dentro del centro comercial más grande del país; el Hoog Catharijne.
Salimos a recorrer la relativamente pequeña ciudad a pie (lo decimos porque no parece que tenga casi medio millón de habitantes, sino que se asemeja más a un pueblo grande). De hecho, es la cuarta ciudad más grande del país. El centro de Utrecht es muy bonito, está muy cuidado y es realmente seguro. Además, después de Ámsterdam, es la más animada que hemos visto en los Países Bajos. Al tratarse de una ciudad universitaria, está lleno de terrazas, especialmente en verano, y lo mejor de todo es que apenas hay turistas.
Salimos al mercado Vredenburg que no tiene especial encanto, ni tampoco muchos puestos, y recorrimos la calle comercial Elisabethstraat, donde probamos nuestra primera Kroket holandesa. A continuación, dimos un largo paseo por toda la ciudad para ver los puntos de interés principales: la catedral con su impresionante torre separada, varios edificios históricos como el Hois Zoudenbalch y Willibrordkerk, y la discreta estatua de Ana Frank, la más antigua del país. Sin embargo, el mejor plan en Utrecht es recorrer el precioso canal Oudergracht, donde hay varios puentes muy fotogénicos; uno de nuestros favoritos es el Gaardburg. Comimos un hot dog delicioso en el restaurante Dogma, situado en una calle repleta de establecimientos modernos llamada Voorstraat. Pero no es la única de Utrecht, otra de las calles con más sitios para comer es la abarrotada Drieharingstraat, en la que no es fácil encontrar una mesa libre.
Por la tarde, salimos del centro y paseamos por el tranquilo canal Stadsbuitengracht y descansamos un rato. Flotando en sus aguas está el Culture Boat que es el coffeshop más guay de toda la ciudad (casi todos están en la calle principal). Por el canal se pueden dar paseos en barca, practicar paddle surf o kayak. Otro plan alternativo es tomar algo en una de las iglesias reconvertidas en cervecerías como la Belgisch Biercafé Olivier o Bunk.
Después, a partir de las seis, las calles que rodean al canal principal en el casco histórico se llenan de gente. Es típico que los holandeses saquen sus mesas de casa a la calle y se sientan a allí a cenar y beber hasta la noche. Nosotros cenamos un sándwich sentados en el agradable patio del convento Pandhof Sinte Marie.
Dia 2: visita a Utrecht-Gouda-Róterdam
Por la mañana, visitamos el pequeño mercado de flores de Utrecht, en la plaza junto a la estatua de Ana Frank. Es agradable para dar un paseo el sábado temprano, aunque actualmente no hay demasiados puestos.
Cogimos el tren para ir a nuestro siguiente destino: Gouda. Dudamos en visitar la ciudad famosa por su queso y menos mal que lo hicimos. ¡Nos encantó! Es preciosa y el mercado central en la plaza del Ayuntamiento es fantástico. Hay muchísimos puestos de productos locales y, lo mejor, no están dirigidos exclusivamente a los turistas. Evidentemente, los que más destacan son los de queso que, además, suelen dar para probar tanto como se quiera. El mejor queso lo probamos en la tienda Kaaswinkel Gouda, en la misma plaza central. Allí mismo probamos el típico pescado frito neerlandés por solo 5 euros.
Tras recorrer el precioso casco histórico, volvimos a la estación para coger el tren a Róterdam. Bajamos en una estación de las afueras y tuvimos que cambiar al metro que nos dejaba cerca del Hotel The Social Hub. Es un alojamiento muy recomendable por su excelente relación calidad-precio; por 75 euros nos incluía un desayuno inmejorable.
Día 3: alrededores de Róterdam
Después de disfrutar de un desayuno excepcional en el Hotel The Social Hub, anduvimos casi tres kilómetros hasta el embarcadero junto al puente Erasmus, desde donde salen los ferris públicos a Kinkerdik. Este pueblo es conocido por sus canales y los 19 molinos de viento que son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y uno de los mayores símbolos del país. Pasar la mañana en Kinkerdik es una manera estupenda de desconectar y relajarse en la campiña neerlandesa. Además, es totalmente gratis (excepto para acceder al interior de los molinos). El trayecto en barco desde Róterdam es directo y se puede pagar con la tarjeta de crédito. Os dejamos la página web de Waterbus donde aparecen los horarios y paradas.
Regresamos en ferry y fuimos directamente a la estación de tren principal de Róterdam, la cual está en un edificio moderno muy espectacular. A menos de media hora en tren, se encuentra Delft, uno de nuestros lugares favoritos de los Países Bajos. Esta ciudad universitaria es realmente encantadora, llena de canales que parecen sacados de un cuento, calles adoquinadas medievales y varias iglesias que merecen la pena visitar. Sin duda, Delft es una visita imprescindible en un viaje por el país. Comimos unas deliciosas patatas fritas del House of Frites en la enorme plaza del ayuntamiento. Después, callejeamos por todo el casco histórico y sacamos mil fotos antes de tomar el tren de vuelta.
Por la tarde, hicimos una breve parada en la ciudad Schiedam que no resultó tener gran interés. Desde allí, tomamos un tranvía hasta Delfshaven, el distrito histórico de Róterdam que sobrevivió a la devastación de la Segunda Guerra Mundial. El coqueto puerto está rodeado de edificios tradicionales, cervecerías y un bonito molino al que se puede entrar por solo 5€. Sorprendentemente, pocos turistas visitan Delfshaven que, para nosotros, es uno de los barrios más interesantes de la ciudad.
Dia 4: llegada a Ámsterdam
Hay conexiones de tren permanentemente entre Róterdam y la capital, aunque tardamos más de lo esperado porque primero teníamos que llegar en tranvía hasta el centro de la ciudad. Para media mañana estábamos en la estación central de Ámsterdam, construida en un edificio neorrenacentista que da la bienvenida a una de las ciudades más hermosas de Europa. Si necesitáis más información de cómo visitar la ciudad, os dejamos por aquí nuestro artículo con los mejores consejos.
Atravesamos prácticamente todo el casco histórico hasta nuestro alojamiento, situado en la plaza Rembrandt. Apenas descansamos antes de salir a recorrer la ciudad. Andar y andar es la mejor forma de conocerla, y además, los principales lugares de interés no están dentro de un perímetro tan amplio como en otras capitales. Visitamos el ultra-turístico mercado de flores, la famosa zona de las Nueve Calles y los abarrotados alrededores de la casa de Ana Frank. Cerca de este se encuentra el barrio Jordaan que, a diferencia de los anteriores, está concurrido en su mayoría de holandeses. Cruzando el barrio hasta el Foodhallen, un reciento moderno lleno de puestos de comida internacional.
Por la tarde, nos acercamos al Vondelpark, el parque urbano más importante de la ciudad, muy animado durante los meses de verano, especialmente si hace sol. Estuvimos un buen rato antes de volver al centro, concretamente, a la zona de Museumplein Park. Este es otro de los parques más emblemáticos de Ámsterdam cuya fama es debida a sus extraordinarios museos, entre los que destacan el Rijksmuseum y el de Van Gogh (aunque no accedimos a ninguno).
Al atardecer, nos callejeamos por la parte más antigua del casco histórico, la concurrida plaza del Palacio Real y, finalmente, el mítico Barrio Rojo. Para visitarlo en su máximo esplendor, es recomendable ir una vez haya oscurecido y cuando abren la mayoría de establecimientos, ya que durante el día puede parecer un barrio casi normal. Aquel día era demasiado temprano y todavía no estaba muy animado.
Dia 5: Ámsterdam y Haarlem
Pasamos gran parte de la mañana paseando por Ámsterdam y visitando lugares que no habíamos explorado el día anterior. Salimos temprano del Rembrandt Square Hotel hacia el casco histórico, concretamente a Begijnhof, un elegante conjunto casas fundado en 1346 que aún alberga una hermandad de mujeres católicas. Después, pasamos por el mercado Waterlooplein, el mercado de segunda mano más antiguo y uno de los mejores de Ámsterdam (y donde más objetos y suvenires hemos visto). A poca distancia se encuentra el fotogénico puente delgado, el Museo de Ámsterdam y el Monumento Nacional al Holocausto. Continuamos el recorrido hacia la zona Oosterdock, donde se encuentra el moderno edificio del Museo NEMO al que se puede subir a la terraza de forma gratuita para contemplar las vistas (entrar en la exposición cuesta 17,50 euros).
Decidimos coger un tren a Haarlem, una de las ciudades más interesantes del país y que queríamos conocer. Esta no es tan bucólica como Gouda o Delft, aunque también es bonita y cuenta con varios puntos de interés. Primero fuimos a la plaza principal que está rodeada de los edificios más emblemáticos como el ayuntamiento y la catedral. Callejeamos por el casco antiguo hasta llegar al canal, donde está el fotogénico molino de Adriaan y el Asterdamse Poort (la antigua puerta de entrada a la ciudad). Decidimos hacer una visita más alternativa y entramos en Koepelgevangenis, una antigua prisión que recientemente la han reconvertido en un centro de co-working, ocio e incluso un cine. ¡Nos pareció realmente espectacular!
Otro de los lugares más interesantes de Haarlem es el Museo Casa Corrie Ten Boom, pero es imprescindible hacer una reserva con bastante antelación. Pronto publicaremos un articulo sobre que ver en Haarlem. Volvimos a Ámsterdam y pasamos lo que quedaba de tarde paseando y disfrutando del atardecer en uno de los preciosos canales. Aquel día sí que nos adentramos en el Barrio Rojo tras caer la noche…
Día 6: Volendam, Edam y Zaanse Schans
Teníamos bastante vista la capital y decidimos ir directamente a Volendam, un pueblo costero muy turístico a media hora en autobús desde la estación de tren. La verdad que es uno de los lugares mas visitados del país, pero no es de nuestros preferidos. Solamente tiene dos calles que merecen la pena y están abarrotadas en verano. El mejor plan en Volendam es pasear junto a la costa, probar alguna de las especialidades de pescado y entrar en la espectacular tienda de queso de la cadena Henri Willig. Paseamos hasta donde empieza el pequeño puerto deportivo, una zona a donde se acercan los lugareños y es mucho mas tranquila. Dudamos en coger el ferry a Marken, pero nos parecía que había demasiada gente y era muy caro.
Así que fuimos caminando los 3 kilómetros junto a un canal hasta el pueblito de Edam. No nos esperábamos gran cosa de este pueblito; sin embargo, es uno de los que más nos ha gustado. Nos sorprende la poca gente que se anima a visitarlo. Es muy bonito, tranquilo y quizá el más bucólico. No hay mucho para ver en Edam, pero era miércoles y coincidimos con el día de la subasta de queso que se celebra durante el verano. Además, tiene un canal precioso en el que se puede dar un paseo en barco.
Por la tarde, cogimos un autobús en la estación de Edam para visitar otro de los lugares mas famosos del país: Zaanse Schans. Se trata de un barrio del municipio Zaandam que funciona como museo al aire libre con una colección de molinos históricos (la mayoría de más de 200 años), graneros y talleres donde se practica la artesanía. Es un lugar precioso y muy fotogénico, pero suele estar lleno de gente. Nos hubiera gustado visitar el centro de Zaandam, pero estábamos agotados para caminar más. Cogimos el autobús de vuelta a Ámsterdam y pasamos el resto de la tarde recorriendo sus canales. Celebramos la ultima cena en el Cannibale Royale, ¡totalmente recomendable!
Día 7: último día en Ámsterdam
Ultimo día del viaje que aprovechamos para recorrer las pocas zonas entorno al centro de la capital que nos quedaban por visitar. No muy lejos de la plaza Rembrandt se encuentra el Museo de Heineken (al que no entramos esta vez) y siguiendo, el mercado de Albert Cuypstraat. Después del de Waterloo este es el segundo mercado que más nos ha gustado de la ciudad y que más objetos y suvenires tiene.
Regresamos por la elegante avenida Utrechtsestraat y cruzamos casi toda la ciudad para llegar al sitio en el que queríamos pasar el resto del soleado día. Estuvimos en Buitenzwembad Marineterrein, una zona del gran canal de Ámsterdam que han adecuado para tumbarse y nadar. Pasamos un par de agradables horas allí y regresamos al hotel a recoger las cosas para ir a la estación central de tren. Es verdaderamente fácil ir de Ámsterdam al aeropuerto; hay trenes continuamente y apenas tardan media hora. Aún y todo, os dejamos por aquí nuestro post con los mejores consejos para visitar la capital.
Apenas descansamos antes de salir a conocer la segunda ciudad más importante del país de la que, sinceramente, nos esperábamos muy poco; sin embargo, Róterdam nos sorprendió gratamente. Es cierto que su estética no es de las más hermosas, pero cuenta con bastantes atractivos y planes para realizar. Aquella tarde, recorrimos el bonito puerto viejo u Oude Haven, pasamos por las famosísimas casas cubo de Róterdam y entramos al Markthal, uno de los mercados más espectaculares que hemos visto. Está construido dentro de un edificio inmenso semicircular que tiene unos coloridos dibujos en el interior y una enorme cristalera. En el Markthal hay decenas de foodtrucks con platos de todo el mundo y es uno de los mejores sitios para comer en la ciudad.
Después, pasamos por la Iglesia de San Lorenzo, uno de los pocos edificios medievales que sobrevivieron a los bombardeos Nazis de la Segunda Guerra Mundial, aunque está completamente restaurada. Cerca de allí, en el céntrico distrito Coolsingel, se encuentra el ayuntamiento neorrenacentista de principios de siglo XX que también pudo salvarse. Atravesamos la calle comercial Lijnbaan que, lamentablemente, nos la encontramos con todos sus locales cerrados para las seis de la tarde y no nos gustó demasiado.
Llegamos hasta la marina de Roterdam, un barrio cerca del puente Erasmus que cruza el rio Mosa hasta un distrito muy moderno (no tuvimos tiempo de visitar este último). Para terminar bien el día, cenamos una hamburguesa deliciosa en el Ter Marsch & Co, situada en la calle Witte de Withstraat, la más animada de la ciudad, llena de gente joven, restaurantes y bares.