Lo mejor y lo peor de Uzbekistán

Uzbekistán es uno de los países más peculiares que hemos visitado, tanto por sus raíces culturales y costumbres totalmente distintas, como por su construcción social y hermetismo del sistema político. En este post, nos sinceramos sobre lo que más y lo que menos nos ha gustado de Uzbekistán.

UZBEKISTÁN

Lo que más nos ha gustado de Uzbekistán

El patrimonio cultural y arquitectónico. No cabe duda de que monumentalmente Uzbekistán es impresionante. Probablemente sea uno de los países que más nos ha fascinado en cuanto a lugares históricos, plazas descomunales, mezquitas maravillosas, mausoleos y más templos.

Conserva su autenticidad. Por el momento, Uzbekistán no recibe un gran numero de visitantes y continúa bastante lejos de sufrir los efectos de la turistización y masificación. Es cierto que en las cuatro ciudades más populares entre los extranjeros se ven grupos organizados y turistas; sin embargo, en el resto del país, es casi imposible encontrar a alguien que no sea uzbeko. 

Es muy económico. A pesar de que los viajes a Uzbekistán que venden las agencias sean bastante caros, recorrer el país por libre es realmente económico. El alojamiento, la comida, el transporte y prácticamente todo cuesta muy poco dinero en esta región del planeta. Sin duda, lo más costoso es el vuelo, como comentaremos más adelante.

La gastronomía es original y relativamente variada. Hemos de admitir que no es apta para todo el mundo, ya que platos típicos como el plov (o pilaf) son realmente intensos. No obstante, la gastronomía es elaborada y, en general, se cocina bastante bien, de hecho, la cultura de la comida es importante en el país. Os dejamos aquí nuestro artículo sobre la gastronomía uzbeca para que podáis leer más sobre este tema.

Su importancia en el pasado. Volviendo con su sorprendente riqueza cultural, ciertamente Uzbekistán (o más bien el territorio que ahora se conoce como tal), ha sido muy importante en varios momentos de la historia. Fue una parada fundamental en la ruta de la seda y albergaba algunas de las ciudades más influyentes a nivel mundial hace cinco siglos. Gobernantes como el famoso Tamerlán (Amir Timur) eran originarios de Uzbekistán, y concretamente, este fue uno de los conquistadores más importantes de la historia.

La capital más interesante de Asia Central. Tashkent ha sido para nosotros una gran sorpresa, pues no pensábamos que fuera una gran ciudad próspera y relativamente moderna de varios millones de habitantes, llena de edificios altos, oficinas, anchas avenidas y parques de atracciones. En la ciudad, se pueden encontrar tanto lugares de interés cultural, como de ocio para todos los gustos. Merece mucho la pena pasar dos días completos en la capital de Uzbekistán.

YandexGo es súper útil. Uzbekistán es un país que funciona muy diferente a lo que estamos habituados; sin embargo, no le falta una buena aplicación de móvil para pedir transporte. Ante la ausencia de Uber o Bolt, en este país de Asia Central está extendido el uso de YandexGo, posiblemente la mejor de todas las aplicaciones de este tipo. Funciona de maravilla y la hemos utilizado muchísimo en Tashkent, Samarcanda y Bukhara.

La honestidad y fiabilidad de la gente. Aunque los uzbecos no son los más encantadores ni sonrientes del mundo, en general, es gente muy honrada y leal. Esto hace que en sea verdaderamente seguro viajar por Uzbekistán y que los hurtos o la violencia sean una gran excepción. De hecho, es uno de los países más seguros que hemos visitado nunca.

Un país y mezcla étnica muy peculiares. Este punto quizá se podría mencionar tanto para lo bueno como para lo malo, y es que nos ha parecido uno de los destinos más extraños que hemos conocido. Posiblemente, si vais con un grupo organizado no os daréis tanta cuenta de ello, pero si lo hacéis por libre como nosotros, es inevitable apreciar lo diferente que es Uzbekistán a todo lo que habéis visto con anterioridad. El resto de países de Asia Central también son muy atípicos, pero esta era la primera vez que viajábamos a la zona, y no nos dejó indiferentes.

Ser parte de una familia uzbeca. La mayoría de alojamientos son guesthouses con mucho encanto, que además, cuentan con una relación calidad-precio excelente. En ellos, los miembros de la familia siguen haciendo su vida mientras que rentan una habitación, de forma que por unos días formaréis parte de su día a día. A pesar de que no suelen hablar inglés, intentan hacerse entender y ayudar en todo momento. Aunque lo mejor de todo son los desayunos, ¡espectaculares!

Nuevas infraestructuras. Tren de alta velocidad, barrios modernos, parques y aeropuertos espectaculares… Una de las cosas que más nos ha sorprendido es lo bien que están las infraestructuras, al menos, en las zonas dirigidas al escaso turismo del país. Los aeropuertos de Urgench, Samarcanda y Tashkent son totalmente nuevos, las calles de estas ciudades están limpias y perfectamente asfaltadas, y los TAV que las conectan, sinceramente, no cuadran con el resto de Uzbekistán; desde la ventana del tren se ve un país completamente rural, sin industria ni grandes ciudades, y sumido en la pobreza. (Según los datos actuales, la renta anual media es de 3.500€ por persona).

Suvenires exclusivos. Aunque no seamos unos fanáticos de la compra de suvenires en nuestros viajes, hemos de admitir que de Uzbekistán hemos traído unos cuantos. En general, nos han parecido llamativamente más originales y bonitos que en la mayoría de países, especialmente los vestidos y camisas de tela con patrones geométricos típicos, los gorros tradicionales (hay decenas diferentes) y objetos reales de guerras pasadas.

Lo que menos nos ha gustado de Uzbekistán

Demasiado hermético y dictatorial. Este es un punto curioso, pues aunque ya habíamos leído sobre la situación política actual de Uzbekistán, no nos esperábamos que fuera tan evidente. Llama la atención que apenas se ven hombres en edad laboral, mientras que hay muchísimas mujeres de 50 o 60 años y niños paseando por la calle, haciendo compras, en parques y en todas partes. Por otro lado, los programas de televisión son muy extraños y hay poquísimos canales; la mayoría ensalzan la historia de Uzbekistán y los logros nacionales pasados. Además, en los alojamientos, sobre todo en hoteles, tuvimos cierta sensación de estar vigilados, y cuando pedíamos indicaciones para llegar a algún lugar que se salía de lo "establecido", decían que no era posible. En general, se nos ha hecho muy difícil conocer la realidad del país y de sus habitantes, ya que nadie opina ni dice nada sobre su condición, ya sea por miedo, o por desconocimiento y escasa conciencia política.

Barrera del idioma. Unido al punto anterior, esta el tema de que casi nadie habla inglésy además, los códigos de comunicación en Uzbekistán son muy diferentes a los nuestros. La cultura también difiere mucho a la "occidental" y, en definitiva, el trato resulta muy complicado. 

Lo fácil es visitar lo que ellos quieren. O por el contrario, es muy difícil llegar a los lugares que no son turísticos. Desafortunadamente, hay muy poca información en internet sobre aquello que se escapa de las cuatro ciudades importantes (Tashkent, Samarcanda, Bukhara y Khiva). Da la sensación de que a las autoridades no les interesa que haya extranjeros fuera del circuito habitual. Cuando preguntábamos a la gente local, siempre nos respondían con evasivas o nos ofrecían alguna excursión, y no logramos llegar a las zonas rurales ni poco conocidas de Uzbekistán.

Clima continental extremo. No es un secreto que en verano haga muchísimo calor y en invierno el frío sea terrible. Por ello, la temporada ideal para viajar a Uzbekistán queda bastante limitada: de abril a mayo y de septiembre a octubre. Fuera de estos meses, la experiencia puede ser muy dura.

Pocos vuelos y caros. Llegar a Uzbekistán desde Europa no es tan sencillo, ya que no cuenta con una gran variedad de conexiones aéreas, ni siquiera Tashkent. La mejor forma de aprovechar los vuelos es entrar al país por la capital y salir desde Urgench (o viceversa), y la mayoría de veces es necesario hacer escala en Turquía. La aerolínea nacional más importante es Uzbekistan Airways, pero también hay bastantes vuelos con Turkish Airlines. Sin embargo, la forma más barata de llegar desde Turquía es con SunExpress, una aerolínea lowcost que opera principalmente en la Riviera Turca.

No es paisajísticamente bonito. Antes de viajar a Uzbekistán, desconocíamos como era su geografía y su entorno natural. Quizá nos lo esperábamos un poco más verde, más montañoso, algo más cercano a lo que es su vecino Kirguistán. Sin embargo, nos encontramos con un país desértico y pedregoso, prácticamente llano, y con unos paisajes polvorientos y bastante monótonos. Definitivamente, Uzbekistán no destaca por tener unos bellos parajes.

No tiene ambiente. Tampoco fue una sorpresa que al tratarse de un país musulmán y medio-dictatorial, no fuera posible encontrar algo de ambiente o de fiesta. De hecho, es complicado encontrar bebidas alcohólicas fuera de Samarcanda y Tashkent, no hay bares ni discotecas, y los escasos clubes de ambiente están dirigidos a ricos.

Apenas hay turismo joven o "mochilero". Si viajáis a Uzbekistán, no esperéis conocer a gente o relacionaros con otros viajeros, como es habitual en muchos hostales de Europa, Latinoamérica o el Sudeste Asiático. En este país predominan, claramente, los turistas en grupos organizados. En nuestra opinión, no es un buen destino para aquellos que viajen solos por primera vez.

Presencia policial muy evidente. Especialmente en lugares con gran afluencia de gente, veréis que la cantidad de policía es descomunal. Por poner un ejemplo, en Bukhara coincidimos con un festival nacional al que acudían, en su mayoría, señoras uzbecas y niños venidos de todas partes del país, y la cantidad de controles, cuerpos de seguridad y del ejército fue exagerado durante tres días.

Pocas zonas tranquilas en las ciudades. Las urbes uzbecas son bastante bulliciosas, grises y de ormigón, a excepción de Tashkent. La capital es uno de los pocos lugares donde se pueden encontrar parques y zonas verdes agradables para pasear o descansar. El hecho de que el país no cuente con mar, ni ríos importantes (y los pocos lagos se encuentran alejados del itinerario habitual), sumado al clima tan extremo y seco, pueden dar cierta sensación de ahogo.