Itinerario de 1 semana por Chipre
Esta isla es un destino ideal para aquellos que buscan combinar naturaleza, buen clima y un gran patrimonio cultural. El viaje a Chipre es mucho más completo de lo que uno imagina, por lo que no suele dar tiempo a verlo todo. Aquí dejamos nuestra ruta de 1 semana para que os sirva de ejemplo e inspiración.
CHIPRE
Día 1: llegamos a Chipre
La forma más cómoda para llegar desde Donostia es tomando un vuelo directo desde Burdeos (en Francia) a Pafos, una de las principales ciudades de Chipre. Es muy cómodo dejar el coche en un parking de larga estancia Park&Trip, el más barato que aparece con el buscador de parkings Park Via, o sino, en el propio parking de larga estancia del aeropuerto (una semana suele costar en torno a los 60 euros). Hay que ir con tiempo porque en los alrededores del aeropuerto de Burdeos siempre hay mucho tráfico.
El vuelo con Ryanair dura cuatro horas, y llegamos a Chipre sobre las 15:00. Fuimos directamente a recoger el coche de alquiler de Aercar (una empresa local situada a 5 minutos del aeropuerto, que incluye el transporte hasta allí las 24 horas del día), el cual habíamos reservado mediante Discover Cars (que como siempre decimos, es el buscador que mejores precios tiene). Aunque en Chipre se conduce por la izquierda, afortunadamente, casi todos los coches son automáticos lo que facilita bastante. Tenéis aquí más información sobre cómo moverse por el país.
Por la tarde, condujimos hasta Limasol, una ciudad situada a una hora del Aeropuerto de Pafos. Habíamos escogido un apartamento en el centro de la ciudad para pasar la primera noche. Limasol es la más grande y poblada de la isla, aunque no da la sensación de agobio que pueden dar otras ciudades de estas características. Esto posiblemente se deba a que en abril todavía no hay demasiados turistas o, quizá, porque la mayor parte de los visitantes solían ser rusos antes de la guerra con Ucrania. Lo cierto es que Limasol impresiona de que ha tenido más vitalidad en otras épocas: sus anchas avenidas preparadas para muchos coches, tiendas de lujo y un largo paseo junto a la costa. En total, son más de 9 kilómetros hacia ambos lados desde el centro de la ciudad, y suele estar lleno de gente local (en la actualidad) practicando deporte. Este paseo marítimo es, sin duda, lo más destacable de Limasol. También cuenta con una marina que iríamos a visitar la mañana siguiente.
Terminamos el día probando la gastronomía Chipriota en el Restaurante Terrys Place. El tamaño de los platos era desorbitado (pedimos solo uno por persona y no pudimos terminarlos), además, nos invitaron a una ensalada, fruta de postre y un helado (una costumbre de invitar está muy extendida en todo el país, así como en Grecia). Los precios de cada plato, generalmente, son similares a los de España, pero desde luego, bastante inferiores a los de Donosti.
Día 2: Limasol, Pano Lefkara y Ayia Napa
Madrugamos bastante y salimos a dar recorrer el pequeño casco viejo de Limasol. Sinceramente, no nos pareció especialmente bonito y estaba preparado para un ambiente más de tarde o de noche, repleto de establecimientos modernos y bastante exclusivos, dirigidos a una clase chipriota media-alta. Esto es algo que no nos imaginábamos antes de visitar Chipre. La atracción turística más importante es el Castillo de Limasol, pero nosotros no accedimos a él y solo vimos el exterior. Sin embargo, si entramos en la catedral (bastante modesta, por cierto) y dimos un paseo por la costa hasta llegar a la marina. Esta es bastante nueva y muchas construcciones parecen post-pandémicas, lo cual hace evidente la inversión de dinero en el país los últimos años.
Después, cogimos el coche para ir a Pano Lefkara, uno de los pueblos más turísticos, situado en un entorno precioso entre montañas. Al hallarse en altura y estar nublado, hacía algo de frío que no contábamos pasar en Chipre. Aún así, había muy poca gente en Pano Lefkara y ¡nos encantó! Callejeamos, visitamos varias iglesias y comimos un gofre riquísimo en una cafetería muy acogedora. Contemplamos las vistas del valle hasta el mar, antes de continuar hacia nuestra siguiente parada y una de las más populares del país: la Península de Ayia Napa.
En esta preciosa costa nos hospedamos las siguientes dos noches, concretamente, en el fantástico Hotel Margadina. Pero antes de hacer el check-in, fuimos a ver el parque de las esculturas, que tiene unas vistas fabulosas hacia el mar y el Blue Hole, uno de los lugares más visitados. Pese a la cantidad de turistas, merece la pena visitar este precioso acantilado en forma de medio círculo con el mar azul turquesa de fondo. La última parada fue en el Cabo Greco, donde no había tanta gente como suele haber en temporada alta y pudimos aparcar sin problema. Dimos un paseo por la zona y disfrutamos del Blue Lagoon casi en solitario. Si hubiéramos dispuesto de más tiempo, habríamos hecho alguno de los senderos que hay en el Cabo Greco.
Día 3: recorriendo la Península de Ayia Napa
Empezamos el día increíblemente bien, con uno de los mejores desayunos de nuestra vida y un sol radiante. No hay nada como despertarse con el cielo azul, ¡más en abril! Salimos con el coche a conocer la península de Ayia Napa, que está preciosa en esta época del año y realmente tranquila. Primero, disfrutamos de Konnos Beach, una maravillosa bahía de agua azul turquesa que parece de otro mundo. Está rodeada por unos acantilados y se puede dar un paseo para admirar toda la costa. Nosotros anduvimos hasta Cyclops Cave y, además de las increíbles vistas, vimos una enorme tortuga marina.
Después de disfrutar un buen rato en la playa, decidimos cambiar de sitio y nos acercamos a Fig Tree Bay, otra de las playas más espectaculares de la península. Os dejamos por aquí nuestro ranking con mejores payas, que os recomendamos leer antes de viajar a Chipre, ya que hay unas cuantas. Sinceramente, toda la costa de Ayia Napa nos pareció impresionante, está impecable y llena de alojamientos recién construidos, todo limpio y bien organizado. No hay muchos destinos turísticos de este estilo, al menos en Europa. Eso sí, no es aconsejable ir en pleno verano ya que suele estar abarrotado y el calor es asfixiante.
Comimos en un restaurante poco pretencioso frente al mar una ensalada griega y pasta boloñesa. En Chipre, las cantidades que se sirven son exageradamente grandes y, muchas veces, con dos platos comíamos los tres. Echamos la siesta en la tranquila playa de Fig Tree Bay y, por la tarde, nos acercamos a Agioi Samanta Cave Church, una pequeña iglesia tradicional excavada en una roca. La luz dorada del atardecer y la paz del lugar hicieron que fuera un momento mágico. Antes de terminar el día, fuimos a otra playa que nos quedaba pendiente, Nissi Beach. Se trata de una de las más famosas de la zona y cuenta con varias calitas y un agua que estaba como un plato. Un sitio muy agradable para ponerle broche final a un día de diez.
Día 5: monasterios en las montañas y Península de Akamas
Fue uno de los mejores despertares del viaje, en medio de las montañas y con una paz increíble. Desayunamos correcto en el Hotel Maritsa Lodge (uno de los pocos alojamientos que había disponibles) y dimos un paseo por el casco antiguo y el riachuelo de Kakopetria. Después, salimos a recorrer la región montañosa y buscar alguno de los monasterios ortodoxos. El primero que visitamos fue el Monasterio de San Nicolás, ubicado muy cerca de Kakopetria, y a donde todavía no había llegado nadie aquel día. En el lugar hay una paz increíble; se oye el cauce del río y el cantar de los pájaros, sin ningún ruido de coches ni nada que lo altere. Continuamos hasta el pueblo Pedoulas, el cual tiene una de las mejores panorámicas de las montañas de Chipre. Dimos un paseo cuesta abajo hasta la iglesia nueva, y continuamos hasta el segundo monasterio del día: San Juan Lambadistis. Parecía más una pequeña casa de montaña con preciosas pinturas en los techos que un monasterio, donde vivía un monje muy simpático.
Condujimos casi una hora hasta llegar al famoso Monasterio de Kikkos, que fue mucho más espectacular de lo que esperábamos, tan nuevo, impecable y ornamentado con oro en su interior. Recorrimos varias estancias y el gran patio central, antes de coger el coche y llegar a Throni, el mausoleo dedicado al presidente Makarios III. Apenas habíamos leído de lugar (recién inaugurado cuando lo visitamos y no había información en castellano), pero es uno de los más alucinantes de Chipre. En la cima de una montaña, han construido una ostentosa iglesia, además de decenas esculturas, paseos, parques y tumbas, todo en honor al personaje histórico más importante del país.
Nos entró hambre y paramos en un pueblito cercano donde éramos los únicos turistas a comer un bocadillo. Después, nos pusimos en marcha para llegar a la ciudad de Polis, en la Península de Akamas al noroeste de la isla. Eso sí, tuvimos que conducir hora y media por unas carreteras llenas de curvas en las que, si sois sensibles y os mareáis con facilidad, recomendamos utilizar biodramina.
Llegamos a las 15:00 al maravilloso Hotel Souli, situado en primera línea de playa y, al mismo tiempo, en medio de la nada. Disfrutamos un rato de la piscina junto al mar y cogimos el coche para ir a la zona del puerto de Polis. Este no es tan lujoso y moderno como Ayia Napa, aunque nos gustó bastante, ya que era muy tranquilo y para nada estaba descuidado. A unos 3 kilómetros hacia el interior, se encuentra el centro de Polis, donde dimos un pequeño paseo (tampoco tiene demasiado encanto ni hay mucho para ver) y cenamos de diez en el Moustakallis Tavern: musaka, berenjenas guisadas, champiñones con mantequilla al vino y un pescado delicioso. ¡Fue una de las cenas más ricas del viaje!
¿Cómo visitar la Península de Akamas?
Solo recomendamos visitar la Península de Akamas si disponéis de 4x4 o alquilais un quad. Esto es importante ya que para acceder al parque nacional donde están todos los atractivos, no es posible hacerlo con un coche normal. Nosotros no pudimos y nos dio mucha pena.
Una alternativa, si tenéis tiempo suficiente, es recorrer parte de la Península de Akamas a pie. Adonis Nature Trail y Aphrodite Trail son los trekkings más conocidos de la zona. Aproximadamente son 5 kilómetros desde los Baños de Afrodita (último lugar donde se puede llegar con coche normal), hasta la costa en frente del Blue Lagoon.
Para llegar al Blue Lagoon también se puede contratar transporte 4x4 por 15€ en el aparcamiento de los Baños de Afrodita; o coger una excursión en barco desde el puerto de Polis que cuesta 30 euros aproximadamente.
Día 6: nos despedimos de Akamas y llegamos a Pafos
Como decíamos, la Península de Akamas solo merece la pena si os adentráis en el parque nacional, para lo que es necesario tener un vehículo 4x4, ir caminando o contratar transporte. La playa de Akamas no está mal, aunque es de piedras y el agua está más fría que en la zona de Ayia Napa. A
Por la mañana, salimos a conocer los baños de Afrodita, que no nos pareció que tuvieran gran interés, e intentamos llegar con nuestro coche "normal" hasta la Blue Lagoon. Esto no fue posible y tuvimos que conformarnos con las vistas al mar desde un camping (por cierto, este nos encantó). Decidimos continuar nuestra ruta hacia el siguiente destino: Pafos. De camino atravesamos un espectacular puerto de montaña y bajamos a una playa solitaria llamada White River Beach que la encontraréis en nuestro ranking de las mejores playas de Chipre. Se encuentra junto a la famosa playa Toxeftra (en la que tampoco vimos a nadie). Nos pareció preciosa, llena de pequeñas montañitas de piedra y un acantilado impresionante. Aprovechamos para tomar el sol y bañarnos, ya que la temperatura subía de los 28º C (no nos podemos imaginar lo que tiene que ser en verano).
Al medio día nos acercamos a un pequeño pueblo pesquero y comimos muy bien en el restaurante Agios Georgios Pegeia; un menú con cantidades ingentes de pescado. Tras el café, fuimos a pasar la tarde en la famosa Playa Coral Bay, la cual tampoco nos pareció nada del otro mundo. Había mucha gente en comparación con lo que estábamos costumbrados, sobre todo, jóvenes y familias chipriotas. Lo mejor de la playa es que el agua estaba más templada y tranquila que en el norte, similar a como estaba en Ayia Napa.
Día 4: descubrimos Nicosia y acabamos en Kakopetria
Nos volvimos a despertar en el maravilloso Hotel Margadina y disfrutamos del increíble desayuno. Para las 9:00 ya estamos de camino a playa de Makronissos, otra de las más famosas de Ayia Napa, pero que estaba prácticamente vacía y sin inaugurar por ser abril. Paseamos por la playa y como empezó a despejarse, nos quedamos un par de horas tomando el sol. Es cierto que la temperatura del mar apenas llega a los 19º en esta época del año y sigue estando fría para nadar a gusto, pero eso también hace que casi no haya turismo de playa.
Desde Makronissos condujimos una hora hasta Nicosia, la capital del país y la única dividida en el mundo. Sinceramente, no es una ciudad especialmente bonita, pero sí que tiene un importante interés cultural y geopolítico. Recorrimos la famosa calle peatonal Ledra y encontramos, por casualidad, una mezquita que estaba hasta los topes, a pesar de seguir en el lado griego. También visitamos la nuevísima catedral (en los últimos años se han construido muchas iglesias ortodoxas) y, después, por fin, cruzamos la frontera para pasar al lado turco de Nicosia. Esto no es más que un paripé de pasaportes y colas de turistas, de hecho, es el lugar con más extranjeros que hemos visto en todo el país (cosa que nos sorprende). A nosotros Nicosia nos pillaba de camino, pero no sé si hubiera merecido la pena ir específicamente solo por cruzar la "línea verde".
Entre las dos partes de la ciudad hay una franja que no pertenece a ningún país y es uno de los lugares más fotografiados, a lo “muro de Berlín”, con sacos y cajas blanquiazules, alambradas y roñosas concertinas. Además, la parte turca está muy preparada para el turismo; tiene un par de calles adoquinadas y algún pequeño bazar, que en la mayoría de los casos solo venden souvenirs y carísimos baklavas. Lo más destacable es el Palacio Büyük Han, una especie de patio antiguo bien reformado y muy fotogénico. Compramos la bandera de Chipre del Norte y paseamos hasta el edificio del mercado que estaba impoluto, aunque bastante artificial y vacío. Regresamos al lado griego para buscar un buen restaurante, y nos decantamos por Piatsa Gourounaki. Acertamos de pleno: nos invitaron a un plato de cuscús con tzatziki y varios postres. ¡Y hasta un chupito! Después, fuimos a buscar el coche y tampoco nos dejaron pagar el parking (nos daba la sensación de que en Chipre no nos querían cobrar por nada).
Antes del atardecer llegamos a nuestro destino: Kakopetria, un pueblito en mitad de las montañas donde íbamos a pasar una noche. Es muy auténtico y de lo más tranquilo, con alguna calle medieval preciosa y gente local en plena misa o tomándose un café. Menos mal que habíamos planeado conocer las montañas de Chipre (cosa que no muchos turistas hacen y que es una pena). Es una de las partes favoritas de nuestro viaje ya que además de tradicional, el entorno es precioso, verde y montañoso, como nunca habíamos imaginado que fuera este país. No parecía que estuviéramos en una isla del Mediterráneo. Aquel día, tras pasear por el bucólico pueblo, nos fuimos a descansar y recuperar fuerzas para continuar descubriendo Chipre.
Pero teníamos que volver al hotel y, tras descansar un rato, salimos para conocer propiamente la ciudad de Ayia Napa; primero entorno a la marina que estaba sorprendentemente tranquila para la cantidad de chiringuitos y comercios (seguramente, en temporada haya miles de turistas) y, luego, al pequeño casco histórico donde están los mejores restaurantes. Una de las cosas que más nos sorprendió es que casi todo está enfocado el turismo ruso, pero a diferencia de Limasol, parece que en Ayia Napa vive poca gente y es mucho más vacacional. Nuevamente, éramos los únicos Españoles (puede que en todo el país). En general, diríamos que Ayia Napa es más pijo (un poco hortera, en realidad), dirigido a una clase bastante alta, y hay muchos bares y discotecas que probablemente están a tope en verano. Muchos hoteles de la zona estaban recién inaugurados (incluyendo el nuestro) o sin terminar de construir, por lo que es fácil encontrar buenas ofertas (el nuestro costó 150 € por dos noches con desayuno, para tres personas)
Terminamos el día con una cena espectacular en un restaurante griego llamado Kota Greek Souvlaki. Pedimos cordero asado, pinchos morunos y pollo con pasta orzo, ¡todo un espectáculo!


Terminamos la ruta haciendo una parada en Kato Pafos, la ciudad que nos quedaba por visitar en el país y que ha sido nuestra favorita. Por un lado su ambiente más local y un turismo menos "cutre", aunque sí que había muchos ingleses y otros europeos; y por otro lado, el espectacular y larguísimo paseo marítimo que parece recién inaugurado. Además, la puesta de sol en el mar crea una atmósfera muy especial al atardecer. Algo curioso de Pafos es que está repleto de hoteles modernos y bastante lujosos que, en vez de tener salida a la playa (que no la hay), utilizan el jardín público del propio paseo para poner sus hamacas. Se crea un espacio abierto donde los viandantes se mezclan con los huéspedes de los hoteles y parece que uno podría meterse en alguna piscina sin que nadie se de cuenta. Caminamos bastante, pero sin llegar hasta el final, y a la vuelta compramos queso feta, pan y tomate para cenar en nuestro apartamento Artemis Cynthia Complex. Este fue, sin duda, el alojamiento con mejor relación calidad-precio del viaje.
Día 7: último día en Pafos
Nos levantamos sin prisa, desayunamos en el apartamento y nos pusimos en marcha para acabar de conocer la zona de Pafos. La primera parada fueron los restos arqueológicos de las Tumbas de los Reyes que datan del 300 a.C. Su ubicación es fantástica, al borde de la tranquila costa, y es un lugar imprescindible para visitar en Pafos (aunque en verano el calor puede ser insoportable). Aparcamos el coche cerca del faro de Pafos y dimos un paseo muy agradable hasta el puerto de la ciudad, situado junto al centro. El puerto de Pafos tiene un antiguo castillo o fortaleza y tiene un paseo lleno de restaurantes y cafeterías, en general, bastante caras para ser Chipre. Decidimos volver por el mismo camino hasta el coche, pues no estábamos seguros de que se pudiera acortar por el interior.
Nuestra siguiente parada fue en Sandy Beach, situada a unos 10 kilómetros de allí. En aquel momento no estaba tan bien como Coral Bay, sobre todo porque había muchísimas algas y el mar era muy bravo. Así que, al cabo de una hora, decidimos volver al apartamento para aprovecharlo un poco más. Comimos allí y después de relajarnos en la piscina, salimos a dar nuestra última vuelta por Pafos. Dejamos el coche en el extremo este, casi donde terminan los complejos hoteleros, y fuimos andando hasta el puerto y el centro de Pafos. Compramos unas cervezas y las disfrutamos contemplando el atardecer mientras hablábamos de la vida y del precioso viaje que acabábamos de hacer. Terminamos con una cena espectacular en el Lichnari Traditional Charcoal Grill Taverna, con un interminable mezze que es la degustación típica de raciones chipriotas: ensaladas, entrantes de todo tipo, salsas, champiñones y, sobre todo, un montón de carnes a la brasa. Incluso había un mezze de postres. Esto es diferente a lo que conocemos como el mezze turco (o griego) que se suelen referir, exclusivamente, a un plato de entrantes variados, pero no a toda la comida.
Volvimos temprano al apartamento, ya que nuestro vuelo de vuelta salía a las 6:00 de la mañana y antes teníamos que devolver el coche de alquiler. Afortunadamente todo el proceso con Aercar fue muy ágil y no tuvimos ningún problema. Nos fuimos de Chipre con la sensación de haber descubierto un lugar mucho más civilizado, avanzado, y con más encanto de lo que pensábamos. ¡Seguro que volvemos algún día a este precioso país!