Breve historia del pueblo magiar

El pueblo húngaro tiene una historia rica y compleja que se extiende a lo largo de milenios. De origen asiático y relacionado con las tribus ugrias que habitaron la región de los Urales, era un pueblo nómada que practicaba la cría de caballos y vivía en la estepa euroasiática. En este post explicamos algunas de estas características para entender la actual Hungría.

HUNGRÍA

person riding horse statue
person riding horse statue

Tal y como os explicamos en nuestro artículo de Budapest, la capital húngara es la unión perfecta de las dos caras del Danubio: Buda y Pest. Esta última es la parte más oriental, mayormente llana, y ocupa aproximadamente dos tercios de la ciudad. Su nombre proviene de una palabra eslava que significa "horno", y se piensa que​ hace referencia a las aguas termales de las que luego hablaremos. Pest está separada de Buda por el gran Danubio, el segundo río más largo de Europa, después del Volga en Rusia. Lo curioso es que hasta 1873, las ciudades no estuvieron conectadas, y fue en aquel año cuando se creó por primera vez la Budapest que conocemos hoy en día, unión en la que también participó la vecina Óbuda.

Para entender mejor la historia de lo que en la actualidad conocemos como Hungría, tenemos que retroceder bastante en el tiempo. La etnia magiar continúa siendo la dominante en el país (Hungría en su idioma se llama Magyarország, que significa “pueblo magiar”) y es una de los primeros pueblos europeos de los que se tiene conocimiento. Se cree que empezaron a llegar hacia el año 4000 a. C., por el este de los Montes Urales. Como ya hemos mencionado, este era un pueblo nómada que practicaba la cría de caballos y vivía en la Estepa Euroasiática.

Es en el siglo IX, cuando los magiares emprenden una migración hacia Europa liderados por el Príncipe Árpád, cruzan los Montes Cárpatos, y se establecen en las llanuras que forman hoy la mayor parte de Hungría. Precisamente a finales de ese siglo, en el año 896, los magiares establecen su principado en la Cuenca de los Cárpatos, y fundan así el primer Estado Húngaro. Paulatinamente, empiezan a conquistar la región en el transcurso de los siglos siguientes y, es a finales del X, cuando el príncipe Esteban I de Hungría se convierte al cristianismo y adopta la religión como la oficial del estado. Esto marca el comienzo de la cristianización del pueblo magiar, que a día de hoy, sigue siendo uno de los más creyentes en Europa con al rededor de un 72% de practicantes.

Existen varios documentos que se refieren a Pest como ciudad independiente hacia el año 1148, en un asentamiento por el que previamente, ya habían pasado pueblos romanos y celtas. Veréis que el pasado de Budapest se deja notar en sus avenidas de estilo austrohúngaro (1689-1919) que es el que predomina; sin embargo, continúa conservando vestigios de la época en la que también fue dominada por el Imperio Otomano (1541-1686). Pero no nos desviemos del tema...

En el siglo XI, el Principado de Hungría se convierte en reino bajo el rey San Esteban I, y durante la Edad Media, el Reino de Hungría alcanza su máximo esplendor bajo los reinados de individuos como Matías Corvino. Encontraréis guiños a estas importantes figuras de la historia magiar por toda la ciudad de Budapest, lugares como la Iglesia de Matías (cerca del Bastión de los Pescadores en Buda) o la conocida Basílica de Esteban, en el centro de Pest.

people walking on sidewalk near white concrete building during daytime
people walking on sidewalk near white concrete building during daytime
a large white building with a tower
a large white building with a tower

El Reino de Hungría ha sido objeto de numerosas invasiones y conflictos con sus vecinos, incluidos los mongoles, los turcos otomanos y los Habsburgo. Como decíamos, además de ir moldeando el carácter combativo del pueblo magiar, ha dado como resultado una mezcla de estilos arquitectónicos y culturales. Seguramente habréis oído más de una vez que, entorno al año 1867, Hungría y Austria se unieron para formar el Imperio Austro-Húngaro, una monarquía doble en la que Hungría tenía una considerable autonomía y en la que comienza a florecer la ciudad de Budapest (todavía separada en dos por aquel entonces).

Si recapitulamos todo lo anterior, el Reino de Hungría existió desde el año 1000 hasta 1919, y es uno de los más longevos del mundo. Después de la Primera Guerra Mundial, y por haber estado en el "bando perdedor", el reino se dividió, y redujo su territorio considerablemente. Después, durante la Segunda Guerra Mundial, Hungría fue de nuevo aliada de Alemania, quedándose en el lado "equivocado", y sufrió de una fuerte ocupación nazi. Posteriormente, también estuvo dirigida por los soviéticos durante años. Os recomendamos que si visitáis Budapest con tiempo suficiente, os apuntéis a algún freetour para indagar un poco más sobre esta parte oscura de la historia europea reciente. Comprenderéis que al igual que ocurre en otros países de la zona (como República Checa, Polonia o Rumanía), los cuales también han sufrido numerosas invasiones y han sido bombardeados muchas veces, probablemente el carácter de los húngaros ha ido endureciéndose y evolucionando con el tiempo.

A modo de conclusión, y con todo lo mencionado previamente, desde los primeros pobladores magiares en el año 4.000 a. C.,  hasta los últimos acontecimientos políticos, Hungría resulta increíblemente interesante para conocer, no sólo por la preciosa Budapest, sino también por su intensa mezcla de historia y cultura, que sigue siendo sorprendentemente desconocida en nuestro país.

Hoy en día, Hungría se ha ido modernizando y globalizando a marchas forzadas, como prácticamente cada país de Europa. Forma parte de la Unión Europea desde el año 2004 y ha avanzado mucho a principios de siglo en materia de igualdad y mejora de las infraestructuras. Sin embargo, ha sido objeto de críticas recientemente por sus políticas de extrema derecha y la falta de apoyos de algunos países vecinos. Viktor Orbán dirige el país con mano de hierro desde 2010 y su euroescepticismo ha servido de inspiración para la creación y el refuerzo de numerosos movimientos de ultraderecha en el resto de Europa. Sus alianzas con la Rusia de Putin y la Bielorrusia de Lukashenko han sido especialmente controvertidas, con los que siempre ha presumido de tener excelentes relaciones, y sigue manteniendo un pulso continuo con la mayoría de los integrantes de la Unión Europea por sus políticas migratorias, económicas y que buscan retroceder en derechos sociales e igualdad.